Hay gente a la que no le gusta la Navidad y todo lo que esta conlleva. También es verdad que hay quien la vive de una manera excepcional y está todo el año deseando que llegue, porque es su fiesta preferida. Los que peinamos ciertas canas, quizás hayamos vivido una navidad nostálgica, no sé si idílica, pero una Navidad sentida, querida, disfrutada. Recuerdo que cuando era pequeño, mi abuelo tenía varios rituales en estas fechas: las participaciones de lotería (1 pta, 5 pts..seguro que muchos de hoy en día saben de lo que hablo y otros preguntarán lo que digo) que iba encontrando en diferentes comercios o cafés que tomaba. Me gustaba el colorido de aquellas participaciones, olían no a papel, sino a Navidad.
Pero también, y era otro ritual, era el de los Christmas. Con antelación suficiente compraba unos cuantos y a lo largo de toda una mañana se dedicaba, con esmero y cuidado, a escribir todos y cada uno de ellos. No era lo mismo enviar un christma a un familiar, que a un amigo especial, o que a alguien con quien había tenido una relación laboral, o incluso a un amigo de toda la vida. Se cuidaba la letra, eran escritas a mano, se procuraba no equivocarse. Cada uno que escribía, seguro que le recordaba su cara, alguna anécdota, algún gesto que le llevaba a escribir lo que escribía. Para mi abuelo, y para muchas de las generaciones como las de mi abuelo y alguna posterior, era todo un ritual.
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